La campaña electoral en la que decidiremos el futuro gobierno de la Junta de Andalucía viene marcada por un imparable aire de cambio. Usar el poder de decidir nos otorga la posibilidad de cambiar nuestra vida en un instante, y el próximo dos de diciembre vamos a tener ese poder en nuestra mano. Pero el éxito no es el cambio por el cambio. El éxito es hacer que ese cambio funcione. Y es que no se trata de que haya que quitar al PSOE de la Junta para poner al PP. La clave es entender que la razón de ese cambio es algo tan sencillo como que el proyecto socialista para Andalucía está agotado y no funciona. Pero hay algo más: es un sistema podrido por la corrupción, como están demostrando los tribunales. Ahí están el saqueo de los ERE y las juergas en prostíbulos pagadas con el dinero de los parados. Sin embargo, la Junta se pasa la vida diciendo que todo lo hace bien y que gracias a su gestión, Andalucía es un lugar fantástico. Y tan fantástico. Esa Andalucía sólo es real en el Planeta Susana, que es donde vive habitualmente nuestra presidenta, aunque últimamente aterriza mucho en Almería para venir a volver a prometer lo que ya nos prometió en las últimas elecciones. Por lo tanto, si yo tuviera que explicar la Junta de Andalucía en dos palabras, yo emplearía “incumplimientos” y “mentiras”. Y ahí están el Materno Infantil, la autovía del Almanzora, la Plaza Vieja, la Casa del Mar, los barracones escolares, las listas de espera sanitarias, el Cable Inglés… me faltaría espacio para ponerlos todos. Es evidente que la Junta maltrata a Almería desde hace décadas, y que lo hace además con el respaldo de los socialistas almerienses, que defienden antes a su partido que a su tierra. Y es que no conozco a un cargo socialista que pueda explicar dónde termina el partido y dónde comienza la institución en la que está. Son incapaces de separar una cosa de otra. Por eso se han cargado la Junta de Andalucía y la han convertido en la Junta del PSOE de Andalucía. Por lo tanto, los andaluces tenemos el próximo día dos de diciembre una oportunidad clara de decidir entre lo que somos, y entre lo que podemos ser. Y si digo que vamos a cambiar Andalucía no es para hacer lo mismo que otros, que llegaron creando falsas expectativas de cambio y han acabado convertidos en el apoyo cómplice de un partido socialista agotado, envejecido y sin ideas. Por eso no se trata de no votar al PSOE porque después de cuarenta años hayan demostrado ser nefastos para Andalucía. Se trata de votar al PP porque estamos proponiendo algo objetivamente mejor para todos los andaluces. Esa es la clave.