Reconocer el mérito de las mujeres más brillantes es un activo necesario en nuestra sociedad que no debería empañarse con intentos de adoctrinamiento o el establecimiento de brechas ideológicas.

Debemos reconocer el mérito de quien es comprometido, esforzado y valioso, con independencia de que sea hombre o mujer, sin entrar en polémicas innecesarias o pretendiendo ensamblar discursos de cariz partidista.

Así, el Ayuntamiento impondrá el Escudo de Oro de Almería a dos mujeres del barrio de El Alquián, Isabel Simón y Araceli Niego, que llevan casi medio siglo al frente de sus negocios: la churrería y el restaurante ‘La Kika’.

Ambas son ejemplo de una vida llena de trabajo, de esfuerzo y de sacrificio, y por eso es justo reconocer de algún modo lo mucho que las dos han hecho en favor del crecimiento de su barrio y de Almería entera.

Habitualmente, el Ayuntamiento reconoce la trayectoria de aquellos almerienses que de forma esporádica o puntual consiguen grandes hitos o son capaces de llevar el nombre de nuestra ciudad por diferentes partes del mundo por medio de sus éxitos deportivos o méritos profesionales.

Pero además de eso, estamos impulsando la iniciativa de que el Ayuntamiento rinda homenaje a los almerienses que, de forma anónima, llevan toda una vida de trabajo, de esfuerzo y de sacrificio en sus respectivos ámbitos, porque en buena medida todas esas personas son protagonistas y artífices del gran momento que vive Almería en la actualidad.

Y es justo, como digo, que el Ayuntamiento de Almería ponga el foco de la atención pública almeriense sobre la vida y las enseñanzas que nos dejan trayectorias personales y profesionales como las de Isabel Simón, “la churrera de El Alquián”, y la de Araceli Nieto, más conocida como ‘La Kika’.

Las dos encarnan perfectamente ese espíritu de trabajo callado que distingue a los mejores, y así llevan ya casi medio siglo en su barrio, al frente de dos negocios tan entrañables y señeros como el quiosco de churros y el restaurante ‘La Kika’, en donde la calidad de los productos es paralela a un servicio esmerado y cariñoso que las ha hecho convertirse en todo un referente de la gastronomía y la vida social no sólo del barrio, sino de Almería entera.

De este modo, el Ayuntamiento tiene un gesto de afecto y reconocimiento que está en las antípodas de la lección moral o de la escenificación ética. Se puede y se debe reconocer el mérito de las mujeres más brillantes con naturalidad, sin abrir brechas o crear conflictos, porque reconocer el trabajo diario de mujeres como estas dos almerienses es la manera más efectiva, más realista y menos artificial de formar en valores.  Premiar a mujeres como Isabel o Araceli no es hacer política: es hacer justicia.