A final no somos más que los recuerdos que dejamos. Y la unánime oleada de dolor e incredulidad que ha sacudido a Almería tras la repentina y dolorosa pérdida del presidente de la Asociación de Hostelería de Almería, Diego García, confirma algo que todos los que le conocimos sabíamos bien: que Diego era un almeriense muy especial. Uno de los nuestros. Cuando alguien tan joven y con tantos proyectos en marcha desaparece de nuestras vidas, nos sacude la rabia de no poder acompañarle en el camino que tenía previsto y la de no poder contar con él para ser parte activa del nuestro. Un dolor que es infinito, que me ha golpeado en lo más hondo y que quiero compartir desde aquí con su familia y amigos, y que quiero hacer extensivo a un sector, el de la hostelería almeriense, que durante la pandemia sanitaria que se ha desatado durante su presidencia, atraviesa la crisis más grave de su historia. Y creo que ha sido una suerte para todos que alguien de su perfil haya estado en esa posición tan delicada y exigente en estos meses tan complejos para todos. Diego tenía, como todos los grandes profesionales del ramo, la experiencia y la capacidad necesarias para saber estar siempre en su sitio, defendiendo con lealtad y rigor los derechos y las peticiones de sus compañeros de la hostelería almeriense ante todas las administraciones, escuchando, aportando y sumando. Y peleando de manera especial por aquellos asociados que, por diferentes circunstancias, estaban resultando más gravemente afectados por las necesarias restricciones sanitarias dictadas para intentar frenar los contagios. Como almeriense y como alcalde voy a echar mucho de menos sus recomendaciones, sus análisis sobre la evolución y desarrollo de un sector tan básico en la economía almeriense como la hostelería y, sobre todo, sé que voy a lamentar no contar más veces con su visión de almeriense bueno y cabal, de esos que quieren a su tierra sin esperar nada a cambio. De los que saben que Almería no solo se defiende y se construye desde las tribunas públicas, sino también desde las barras y los fogones. De hecho, buena parte éxitos colectivos como la Capitalidad Gastronómica de Almería en 2019 o la Ruta de la Tapa se la debemos al enorme trabajo de la hostelería almeriense liderada por Diego García, dando un paso al frente para enseñarle al mundo lo bien que se come y por tanto se vive aquí, porque pocos supieron darle a la cocina almeriense la importancia y el discurso que sólo se tiene cuando se aprende a andar trasteando entre fogones, como hizo él.
Con el ánimo aún encogido al recordar todas las veces que he hablado y trabajado con Diego en los últimos días sin sospechar que nos iba a dejar tan pronto, quiero anunciar que aunque las circunstancias sanitarias que tanto marcaron sus últimos meses de vida no nos permiten despedirle del modo que él se merece, cuando Almería recupere la normalidad hostelera que él tanto amaba y tanto añoramos todos, el Ayuntamiento reconocerá la calidad humana y profesional de quien fue Escudo de Oro de Almería, Pregonero de nuestra Feria de la Virgen del Mar y que incluso antes de irse ya había entrado por sus propios valores y méritos en la categoría de los imprescindibles. Descansa en paz, querido Diego. Almería nunca podrá olvidarte.