En estos últimos días he venido insistiendo en una idea sencilla, pero que explica bien la base del principal motor de la economía provincial almeriense: el agua, además de para beber, sirve también para dar de comer.

Por ofrecer un dato, diré que sólo en el término municipal de Almería son más de 15.000 las personas que viven directamente de la agricultura, y muchas de ellas son cabeza de familia y responsables de pequeñas y medianas empresas vinculadas con el campo.

Es un sector lo suficientemente importante como para que merezca la máxima atención por parte de las administraciones. Y eso es lo que está haciendo el Ayuntamiento de Almería, que no puede permanecer de espaldas a la preocupación y la angustia de todas estas personas que se ven en la incertidumbre de no saber si van a tener agua para regadío después de la decisión de la Junta de Andalucía de cortar el grifo del agua depurada. Y se lo decía la otra mañana a un buen grupo de agricultores reunido junto a sus invernaderos. ¿A alguien le parece lógico que en una provincia en la que hay un déficit hídrico de 150 hectómetros al año se tiren 14 hectómetros de la depuradora de Almería al mar y no se reutilicen? A los agricultores no. A mí tampoco. Y probablemente a usted tampoco le parezca comprensible. Sobre todo cuando pensamos que la posibilidad que se abre ahora es la de retomar del mar esos hectómetros y desalarlos para devolvérselo a los agricultores a un precio que pone en serio riesgo la viabilidad económica de la campaña entera. Y vuelvo a repetir lo que he dicho últimamente a cuantos han querido oírme: no voy a dejar que desde un despacho de la Junta de Andalucía en Sevilla, y como siempre con la ayuda del PSOE de Almería, se decida la ruina para Almería y para miles de almerienses.

Ante esta verdadera emergencia que nos afecta a todos, he dado órdenes de dar agua de nuestra desaladora. Es cierto que es un agua muy cara y que además no es la mejor para plantar tomates, pero no nos han dejado otra opción. Pero el Ayuntamiento no puede ser ajeno a los problemas de ese sector y no podemos desentendernos, tal como están haciendo otros. Dentro de nuestras posibilidades estamos y estaremos dispuestos a hacer el máximo esfuerzo por un sector que ha sido clave para la recuperación económica de Almería. Pero el futuro de nuestro principal sector productivo está en juego y con el agua de Almería no se juega.