Yo también quiero Corredor Mediterráneo. Creo que a estas alturas nadie puede considerarme sospechoso de tibieza a la hora de reclamar las infraestructuras o proyectos que, pensando en el futuro de Almería, sigue siendo necesario exigir a las diferentes administraciones.

El Ayuntamiento, institución más cercana a los almerienses, ni ha estado, ni está, ni estará de espaldas a la voz de la llamada sociedad civil almeriense cuando se reúne a exigir mejores trenes, más hospitales, nuevos centros educativos o más atención a nuestro patrimonio. Basta repasar la prensa de estos últimos meses para ver que  cada vez que los almerienses se han movilizado por esos objetivos, con independencia de quién fuera el convocante de esos actos, he estado presente o ha habido representación de mi Equipo de Gobierno. Como Alcalde, valoro el papel de un tejido social almeriense activo y atento, capaz de contagiar a la ciudadanía de la necesaria capacidad de reivindicar y hacerse notar cuando es necesario, porque una sociedad pasiva e incapaz de movilizarse está condenada al fracaso. Por eso he apoyado y seguiré apoyando las medidas que desde asociaciones, sindicatos o cualquier colectivo, entienda como positivas y cargadas de razón para Almería.

Pero lo que no voy a hacer es acudir a los actos en donde, de modo expreso, te recomiendan previamente que la presencia de políticos podría devaluar la esencia misma de la convocatoria. Y eso es lo que pasó con el reciente acto de reivindicación del Corredor Mediterráneo celebrado en Aguadulce. Y del mismo modo que puedo entender las razones por las que un colectivo empresarial prefiera desligar la presencia de políticos en la reivindicación de un proyecto vital para el futuro de tantas provincias, entiendo que en la nuestra haya quien se haya lanzado a interpretar esa ausencia como una muestra de desdén por mi parte. Pero no hay mayor desprecio que no querer conocer los hechos y parapetarse en eso que ahora llaman “verdad alternativa”. Del mismo modo, espero que los empresarios que hablaron de “aprender a votar”, sean coherentes y precisen si lo que quieren es volver al escenario anterior a la recuperación que está propiciando el Gobierno del PP en España o si, de verdad, creen que el mejor futuro para sus empresas estaría en un gobierno con “pactos de progreso” al estilo de las economías más ruinosas de Europa o con las medidas que, sobre salarios mínimos o despidos, impondrían los necesarios socios radicales de ese otro gobierno. ¿A dónde nos llevaría ese corredor?