La igualdad no es una barrera, porque la igualdad es un puente. Tampoco es un pensamiento único, porque es un objetivo común en el que venimos trabajando desde hace años en el Ayuntamiento de Almería. Con ese espíritu celebramos hoy el día en el que la sociedad almeriense hace visible que igualdad es libertad y que todas las mujeres pueden tener la capacidad real de decidir lo que quieran ser y ser respetadas por ello. La igualdad no es exclusiva de ninguna sigla ni tampoco de ninguna ideología, porque la igualdad es una herramienta para consolidar derechos antes que para ganar votos. Por eso, en este día marcado de forma especial en el calendario, quiero insistir en que las mujeres almerienses son libres de elegir, libres de pensar y libres de hacer. Y repito ahora lo que dije hace unos días en la entrega de premios a las mujeres más destacadas del año en Almería: la igualdad es la conciencia de la libertad, porque no puede haber libertad sin ella. Por lo tanto, la defensa de la igualdad es una causa universal que nos mueve y nos inspira a diario en el Ayuntamiento para promover una sociedad sin discriminación entre mujeres y hombres. Una sociedad más digna y, por tanto, más justa. Y creo que se puede incidir en la necesaria defensa de la igualdad real en términos laborales, económicos y sociales, sin convertir esta exigencia en una plataforma de orientación partidista o en una excusa para imponer un determinado discurso oficial sobre lo que debe ser el feminismo. Pero al margen de determinados tópicos que se repiten cada año, en Almería, lo cierto es que el camino de la igualdad real entre mujeres y hombres lo abrió el Ayuntamiento en el año 2005, creando la 1ª Concejalía de la Mujer, y haciendo visible el compromiso de la sociedad almeriense por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres. Y en ese trabajo, han jugado un papel fundamental los Centros Municipales de la Mujer, primer recurso público al que acuden las mujeres, sea para buscar apoyo al emprendimiento, para buscar respaldo al asociacionismo, para conciliar mejor su vida laboral con su vida familiar o, también, por desgracia, para recibir ayuda y asesoramiento frente al maltrato o la discriminación. Y aunque han sido muchas las conquistas realizadas, no podemos olvidar que la situación de muchas mujeres en todo el mundo nos despierta a diario ecos de desigualdad, de violencia criminal, de pobreza y de injusticia que entre todos podemos y debemos cambiar. Sigamos trabajando juntos, mujeres y hombres, para ser iguales en nuestras oportunidades de desarrollar nuestro propio carácter, nuestro talento y nuestras motivaciones. Por lo tanto, y coincidiendo con un día de acción y reflejo del valor de las mujeres en el conjunto de la sociedad, quiero decir algo que creo que todos los hombres deberíamos decir todos los días a las mujeres que tenemos a nuestro alrededor: gracias.